La homeopatía es un sistema de medicina seguro, suave y natural, un sistema alternativo que estimula el organismo de modo que los síntomas encuentren alivio, se recupere el equilibrio y se mejore el estado de salud en general. Los tratamientos homeopáticos estimulan los resortes del cuerpo para luchar contra las infecciones y evitar los estados propicios para la aparición de una patología. En este contexto, el estado mental y emocional de una persona desempeña un papel importante y ayuda a comprender la predisposición para contraer una enfermedad determinada. La homeopatía adopta una visión holística, pues tiene en cuenta el estado general de la persona y las repercusiones más allá de la enfermedad en sí.
La homeopatía comenzó a desarrollarse en Alemania hace ya más de doscientos años, de la mano del doctor Samuel Hahnemann. Observó que los síntomas que provocaban algunas sustancias tóxicas como el mercurio eran similares a los que surgen con las enfermedades que dichos elementos tóxicos tratan de curar, por ejemplo la sífilis. Estas conclusiones le llevaron a proponer la premisa fundamental o “ley de la semejanza”, ya que lo similar se cura con un principio similar. Una sustancia que produce los mismos síntomas en una persona sana puede utilizarse para curar esos síntomas en un paciente.
Hoy esta ciencia tiene gran aceptación en el mundo entero. De hecho, la Organización Mundial de la Salud ha calculado que más de 500 millones de personas en el mundo utilizan la homeopatía.
¿Es un tratamiento seguro?
Los principios homeopáticos se extraen principalmente de plantas y minerales. Se hacen a través de un proceso de seguidas diluciones en agua a las cuales se les aplica una serie de golpes (proceso llamado sucusión). A estas dilusiones se les añade lactosa para fabricar pastillas o píldoras. Se pueden distribuir en una única dosis o en dosis repetidas. Estas pequeñas cantidades de principio activo son suficientes para estimular el proceso de curación del propio cuerpo. Dado que son dosis muy pequeñas, no hay toxicidad. Si se administran adecuadamente, estas medicinas pueden darse a todo tipo de pacientes, incluso bebés, embarazadas, niños o personas de la tercera edad. También se están administrando a animales.
Por otra parte, no se han observado contraindicaciones o interacciones entre la homeopatía y otros medicamentos convencionales. Por ello puede utilizarse la homeopatía al mismo tiempo que otros tratamientos.
En ocasiones los síntomas se agravan antes de experimentar una franca mejoría. Este agravamiento es parte de la reacción al tratamiento. No obstante, siempre ha de comunicar al homeópata toda reacción.
La homeopatía comenzó a desarrollarse en Alemania hace ya más de doscientos años, de la mano del doctor Samuel Hahnemann. Observó que los síntomas que provocaban algunas sustancias tóxicas como el mercurio eran similares a los que surgen con las enfermedades que dichos elementos tóxicos tratan de curar, por ejemplo la sífilis. Estas conclusiones le llevaron a proponer la premisa fundamental o “ley de la semejanza”, ya que lo similar se cura con un principio similar. Una sustancia que produce los mismos síntomas en una persona sana puede utilizarse para curar esos síntomas en un paciente.
Hoy esta ciencia tiene gran aceptación en el mundo entero. De hecho, la Organización Mundial de la Salud ha calculado que más de 500 millones de personas en el mundo utilizan la homeopatía.
¿Es un tratamiento seguro?
Los principios homeopáticos se extraen principalmente de plantas y minerales. Se hacen a través de un proceso de seguidas diluciones en agua a las cuales se les aplica una serie de golpes (proceso llamado sucusión). A estas dilusiones se les añade lactosa para fabricar pastillas o píldoras. Se pueden distribuir en una única dosis o en dosis repetidas. Estas pequeñas cantidades de principio activo son suficientes para estimular el proceso de curación del propio cuerpo. Dado que son dosis muy pequeñas, no hay toxicidad. Si se administran adecuadamente, estas medicinas pueden darse a todo tipo de pacientes, incluso bebés, embarazadas, niños o personas de la tercera edad. También se están administrando a animales.
Por otra parte, no se han observado contraindicaciones o interacciones entre la homeopatía y otros medicamentos convencionales. Por ello puede utilizarse la homeopatía al mismo tiempo que otros tratamientos.
En ocasiones los síntomas se agravan antes de experimentar una franca mejoría. Este agravamiento es parte de la reacción al tratamiento. No obstante, siempre ha de comunicar al homeópata toda reacción.